lunes, 12 de marzo de 2007

Luis

Luis era amigo mío. Fuimos juntos al colegio, al instituto y a la Universidad. Incluso trabajábamos en la misma empresa. Además, éramos vecinos. Todos los días bajábamos a la vez las escaleras del portal charlando de nuestras cosas, cogíamos el autobús y nos íbamos cada uno a nuestra oficina. Nos encontrábamos también a la salida del trabajo y llegábamos a casa juntos, envueltos en alguna conversación.
Todos aquellos años nos habían hecho inseparables. Sin duda, Luis era la persona a la que mejor conocía. Me contaba sus problemas, me hablaba de su familia y de sus aficiones. Pasábamos tardes enteras recordando anécdotas de cuando íbamos juntos a clase.
Un día Luis me llamó. Tenía que decirme algo muy importante. Llegué intrigadísimo a su casa.
-¿Qué ocurre, Luis?
-Tengo que confesarte que te he mentido.
-¿Cómo? Ahora mismo no caigo. ¿Qué ha sido?
Entonces Luis adoptó una actitud más seria.
-Será mejor que te sientes.
-Bueno. - dije mientras me sentaba - ¿Vas a contármelo? ¿En qué me has mentido?
Se acomodó a mi lado.
-Para empezar, ni si quiera me llamo Luis.


Alcorcón, 1997

Publicado en:
"Mimos", Verbo Azul, 2003
Cuadrenillos de Alcorcón nº 73

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Sencillamente tremendo

Ramón Martínez Gómez dijo...

Un buen final, sin ninguna duda.

L.S. dijo...

Lee*

Didac dijo...

Atónito, es lo único que sale de mí.

Guido Tamer dijo...

El final es digno de un aplauso.


Aquí dejo mi blog, para que puedan leer también lo mio:

http://aquelloscuentosrebuscados.blogspot.com

Gracias!

Unknown dijo...

Simple y atrayente desde el título hasta el final. Me gusto mucho.